Lucha contra el tiempo
- Matías Alba
- 22 may 2020
- 1 Min. de lectura

Todos los días arrancan su andar a los destinos predeterminados. Cada uno por su camino, inevitablemente separados.
Ahí, en ese instante, empieza la despiadada lucha contra el tiempo. Extrañarse se vuelve cruel y la espera para el reencuentro se hace larga. Intensa.
La desesperación golpea la armonía. Sucede de a ratos y, con el correr de las agujas del reloj, constantemente. Encima, parecería que las malditas trabajaran cada vez más lentamente, como si el tiempo de la vida se haya modificado. O directamente detenido.
El momento deseado, esperado, se convierte en interminable. Las mentes se extrañan, desesperadamente, y los cuerpos se exigen rogándose a los gritos. La rutina sólo es siempre objeto de alaridos desgarrados mezclándose con pensamientos lujuriosos.
Luego, por fin llega el momento. Todo se concreta. En el encuentro se trata de explicar los sentimientos de la lejanía. De esos tiempos de soledad. Sin embargo, sólo queda en eso, de tratar.
Al nuevo amanecer, todo sucede de nuevo. Los caminos aislados y la espera eterna. En esa lucha constante y diaria contra lo inevitable: el tiempo.

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