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Adiós

  • Foto del escritor: Matías Alba
    Matías Alba
  • 4 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Sólo depende de vos que ese saludo de despedida eterna se convierta en realidad. Está en tus manos. Simplemente será tu alma la que opte por arrojar mi frágil corazón al abismo o acobijarlo como el tesoro más preciado.

Pero antes de tomar una decisión, por favor, oíme atentamente y léeme la mirada. A partir de esas maneras de exclamar quería asegurarte que no termino de comprender cómo permitiste que la incertidumbre ingrese a nuestras vidas. No asimilo cómo pudiste abrirle paso a las tiranas vacilaciones y que pisoteen lo más preciado que teníamos.

Nuestro majestuoso mundo se encontraba ahí, reposado en tus dedos de sedas, los cuales, en sus momentos, supieron regalar las mejores caricias de sobremesas y buenas noches.

Pero parece que todo eso se esfumó. Se disipó por el aire, como el humo de un cigarro cuando es empujado por un fuerte soplido.

Por todo eso, ya no te insistiré más, te dejaré tranquila y que las incertidumbres sean tus compañías en las tardes de lluvia y desolación. Sinceramente, ya no poseo las fuerzas necesarias para continuar con esta batalla, donde mi enemigo es un ejército de gigantes de macizo acero.


¿Si es una advertencia? ¿Que al final el que huye soy yo? Puede ser, a veces hasta los corazones más cobardes y heridos también lo hacen.

Al final, entre tantas explicaciones y ruegos, decidí colocarle el punto final a esta historia. Como escuchaste. Esas dudas tuyas me retiraron la venda de los ojos y me advirtieron que no merezco doblegarme de rodillas y suplicarte, cuando de mi persona nunca surgió una mancha de malicia o mentira que salpicara algunos de los capítulos de nuestra ejemplar novela de amor.

Por eso, ahora mismo, el que dice adiós soy yo.

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