top of page

Personaje irrepetible

  • Foto del escritor: Matías Alba
    Matías Alba
  • 22 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

Como introducción y antes que nada, te quiero pedir disculpas por haber tardado tanto en dedicarte unas líneas. La verdad es que tenía intenciones de hacerlo hace mucho, pero mi energía no estaba en condiciones de realizarlo; ya que mi cabeza y corazón no estaban alineados adecuadamente y sé que lo sabés, porque durante esos momentos estuvimos en contacto.

Ahora, afortunadamente, estoy bastante "ordenado" y acá me tenés, realizando este especial texto para vos.

Increíblemente pasaron 17 años de tu adiós, tan repentino y sin previo aviso. Siempre se lo reproché a la vida, pero con el paso del tiempo traté de entender un poco más las cosas.

Tu corazón, papi, estaba preparado para otras acciones, siempre payaseando, sonriendo y canchereando por donde pisabas. Y en tus últimas horas no había casi nada de eso y él decidió por vos y todos.

Sin embargo, viejito lindo, afortunadamente me quedaron innumerables, hermosos y divertidos recuerdos de tu vida a mi lado. O, mejor dicho, de la mía al lado tuyo.

¡Qué manera de realizar paradisíacos viajes, diversas salidas y buscar excusas para organizar alguna fiesta que disfrutábamos tanto!

Además, nunca puedo evitar la mueca de sonrisa cuando te recuerdo entrar al colegio (donde vos trabajas y yo estudiaba) en pantalones "bahianos" multicolores o -cuando elegías los jean- siempre lo hacías acompañado de tus únicas camisas hawaianas.

Y qué decir de tu "colita" como peinado y el arito en tu oreja izquierda, e invariablemente, también de la mano del color tostado que te brindaba el sol en tu piel.

Un gran personaje por donde lo mires.

Te extraño mucho papi, especialmente lo hice en esos años de tormentas o controversias que tuve que afrontar y siempre te pedía tu ayuda o consejos. Quería un abrazo tuyo o un "tranquilo hijo"; como también -y bien merecido lo tenía- una buena cagada a pedos o que me exclames un "qué boludo hijo".

Necesité y necesito todo eso. En exceso.

En estos días te nombré mucho, ya sea por la época de vacaciones donde me nombran algunos países que me hiciste conocer o por alguna cuestión irrisoria que brindaste en su momento y la traigo a la actualidad en una anécdota memorable para mi gente cercana.

No obstante, con los años creo que entendí por qué el mundo te abandonó, aunque me duele que no pudiste disfrutar a la mayoría de tus nietos crecer o, simplemente, sólo observar como tus hijos nos volvemos más viejos.

Pero bueno, hay respuestas que la vida no brinda, aunque sea por ahora.

Papi, te aseguro que los años de tu ausencia no me opacaron tus recuerdos y menos el amor que te tengo. Te pienso, te abrazo en cada despertar y te pido -léase exijo- que siempre me ayudes y me cuides como mi padre que sos.

Por favor pá, sólo no puedo. Soy tu hijo menor que todos los días trata de aprender a transitar por este lío llamado vida.

Te mando un abrazo gigante y esperame para cuando nos reencontremos. Te aviso que será de la misma forma que cuando yo era chiquito y nos veíamos: iré corriendo, me colgaré de tu cuello y cerca de tu oído te aseguraré que te quiero mucho. Y obviamente, también que te extrañé mucho.

Hasta luego papi, saludos.

 
 
 

Comments


© 2017 por Haciendo Ruido. Creado con Wix.com

    bottom of page