Amor a lo Frida
- Matías Alba
- 26 sept 2017
- 4 Min. de lectura
*Este texto es un simple y respetuoso homenaje a una persona que dejó algo en este raro mundo (y eso es mucho decir) y, particularmente, de quien aprecio sus sentidos y ejemplares escritos.
La conocí gracias a las mujeres que me rodean, las cuales justamente son las más importantes de mi vida, y espero que también este “juego de frases y palabras” puedan llegar al corazón de ellas; que los pueda “atravesar” para que estas letras que escribo y comparto "no se mueran nunca”.

Acá estoy, pero como siempre, cuando me alejo de ti, me llevo en las entrañas tu mundo y tu vida, y de eso es de lo que no puedo recuperarme.
Intenté de todo. Hasta quise ahogar mis penas en licor, pero las muy condenadas aprendieron a nadar.
Sin embargo, lo único bueno que tengo es que ya voy empezando a acostumbrarme a sufrir. Hasta se puede decir que estoy bien: bien hundido, bien decepcionado, bien vacío, bien harto, bien roto, bien triste, bien cansado…. Definitivamente estoy bien.
Así de claro y duro.
Sigo mal y seguiré solo, pero voy aprendiendo a estar así y eso ya es una ventaja y un pequeño triunfo.
La verdad que el dolor no es parte de la vida, pero se puede convertir en la vida misma.
Y eso es lamentable.
Cada ‘tic tac’ es un segundo de la vida que pasa, huye y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno resuelva como pueda.
Depende de cada uno.
Donde no se puede amar, no hay que demorarse.
Y aunque haya dicho “te quiero” a muchas y haya tenido citas y besado a otras, en el fondo sólo te he amado a ti.
Me cuesta mucho, en demasía admitirlo, pero es así.
Con el corazón destrozado, sostenido en mis manos, te advierto que si yo pudiera darte una cosa en la vida, me gustaría darte la capacidad de verte a ti misma a través de mis ojos. Sólo entonces te darás cuento de lo especial que eras para mí.
Quizá esperes oír sólo lamentos de los muchos que se sufre viviendo con una persona como vos, pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr.
Te afirmo que te amo sin pensar y es que el pensar me haría odiarte.
Estoy convencido que sólo me entenderás cuando te duela el alma como a mí.
Sin embargo, y no sé por qué ni cómo, jamás en toda la vida olvidaré tu presencia. Me acogiste destrozado y me devolviste íntegro, entero.
A pesar de todo -y luchando cuerpo a cuerpo con mi orgullo- lo tengo que reconocer.
Quisiera darte todo lo que nunca hubieras tenido y ni así sabrías la maravilla que es poder quererte.
Te juro que te amo más que a mi propia piel. Es mucho, ¿no? Pero es la pinche verdad.
Por ese simple hecho, te pido que si tus ojos volvieran a estar enfrente de los míos (aunque cada noche vivo sabiendo que no estás), te suplico que no nos hagamos pendejadas querida, yo todo lo posible te lo di.
Siento que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido.
No obstante, la terca vida me demostró lo contrario.

Aunque al final del día podemos soportar más de lo que creemos, no hace falta que nos clavemos puñales de lágrimas y dolor en nuestra alma.
Yo te duré lo que cuidaste, yo te hablé como trataste y te creí lo que me demostraste.
Nunca me lo vas a poder negar.
Así de simple, si me querés en tu vida, me pondrás en ella. Yo no debería estar peleando por un puesto.
Lamentablemente, tenés la capacidad de saber que me posees en tus manos. Nada podría negarle a esos ojos que juran amarme.
Te creo. Te sigo creyendo.
¿Se pueden inventar verbos? Quiero decirte uno: "Yo te cielo", así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.
Yo te brindé amor puro, verdadero. Ser feliz es una decisión que hay que tomar todos los días, que no depende de las condiciones de vida que uno tenga, sino de la actitud con la cual enfrenta los problemas. La felicidad es eso: decidir ser feliz.
Si vos te equivocaste o elegiste un camino incorrecto; lo lamento por vos y te regalaré mis malditas lágrimas.
En mi caso, sé que el arte más poderoso de la vida es hacer del dolor un talismán de cura.
Y lo intentaré segundo a segundo.
Aquí me ves. ¿Quién te dio la verdad absoluta? Nada hay absoluto, todo cambia, todo se mueve, todo revoluciona, todo vuela y va.
Con el dolor a cuestas, aprendí que no hay nada más hermoso y especial que escoger una persona que te mire como si fueras magia. Y que la próxima vez que alguien me afirme que me quiere, le preguntaré ¿para qué?
Yo voy en busca de eso. De cuidarme. De respetarme.
Me voy a enamorar de mi, de la vida, y después de quién quiera.
No sé que me regalará el caprichoso destino, pero estoy convencido que no quiero un amor a medias, rasgado y partido por la mitad. He luchado y sufrido tanto, que me merezco algo entero, intenso, indestructible.
Merezco un amor que se lleve las mentiras, que me traiga la ilusión, el café y la poesía.
Emprendo la búsqueda, no sé de qué ni de quién, pero arranco.

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