Manos
- Matías Alba
- 31 ago 2017
- 1 Min. de lectura

Apasionadas. Juntas.
No pueden desprenderse por nada.
Aunque lo intenten, lo deseen, se les hace imposible.
La soga, ese pequeño objeto de utilería, se convierte en un gigante enlace. Inviolable.
Esas manos, es el reflejo de lo que observamos, de lo que vivimos. Diariamente. Inevitablemente.
Es la imagen de una inmensa porción de la humanidad.
Es el racimo de supresión que sienten varios cuerpos. Varias almas.
Con las extremidades atadas, se sumergen en un mar de sufrimiento donde no pueden reflotar. Aunque lo intenten y luchen.
Ellas se mantienen unidas, pero no por deseo propio. No porque se juntaron para recorrer un camino de sueños y anhelos.
Las ató el caprichoso destino y las entrelazaron los demonios de la tortura, posesión e invasión.
Sin embargo, no aflojan, nunca se dan por vencidas.
La esperanza es su estandarte.
No conocen -y no quieren hacerlo- el significado de la palabra “rendición”.
Ellas esperan su momento y están convencidas que pronto llegará.
La luz está a su alcance. La victoria depende de su fuerza y paciencia.
Así, juntas, esperan ser libres.
-Quiero agradecerle nuevamente a la talentosa artista Rosana Nadia Valentín por dejarme ser partícipe de sus trabajos y por permitirme que sus increíbles obras acompañen mis textos.
Gracias Rosana, sigue siendo un orgullo y honor para mí cada vez que estás presente con tus asombrosas obras.
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