Afianzado
- Matías Alba
- 31 ago 2017
- 1 Min. de lectura

La tormenta azotó las ilusiones.
Los sueños, sostenidos por pilares de placeres y caricias, se zamarrearon brutalmente.
Los vientos fuertes hicieron temblar los proyectos pintados con ilusiones y alegrías.
Duró un tiempo, pareció eterno.
Por momentos se asomó el sol, pero las nubes grises volvían a tapar el cielo escrito con sentidos textos de amor y compromisos.
Pero el amor, verdadero y entrelazado, es más poderoso.
No se cae. No lo pueden tumbar.
Puede sobrepasar el ciclón de malicias e injustificaciones, pero no lo va a quebrar.
El alba siempre asoma para alumbrar los pasos y para que las flores, con el mejor aroma a pieles fundidas en un eterno abrazo, crezca en un jardín único; bello; soñado.

Las columnas construidas de realidades se colocan de pie nuevamente para sostener lo más preciados tesoros.
Así, la historia se sigue escribiendo.
Las obras continúan con sus delicados trazos y pintándose con llamativos y adecuados colores.
El compromiso se torna más fuerte, al igual que sus deseos y locuras.
Era un reino demasiado afianzado. Muy bien armado.
No podía caerse fácilmente. Era muy injusto e inexplicable.
Ahora, en los días donde el Febo seca las lágrimas y donde las noche son más estrelladas que nunca, ellos consiguieron sostenerse de las manos, creer en sus ideas y transformar sus temores en hermosos sueños infinitos.
Tercos, en ser ejemplos. Por siempre.
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