Recomponer
- Matías Alba
- 6 jul 2017
- 1 Min. de lectura

Se había desquebrajado. Hecho añicos.
El alma era piezas de cristal, desparramados injustificadamente.
Pero no estaba todo perdido.
La artista tenía en sus manos ese talento, ese don, para recomponer esa creación.
En su capacidad estaba el rearmar esa obra, poseyendo los materiales primordiales.
Esas piezas había que tratar de unirlas.
Como sea. Como se pueda.
Era un trabajo de gran valor. Estaba tallado minuciosamente y pintado con fantasías.
Y esos materiales se fueron posicionando.
Se fusionaron día a día, como la arena en el vertiginoso mar.
Un calce perfecto.
La artista tenía en su mente cada movimiento. Cada pincelada.
No mezquinaba en la cantidad ni en el resplandor de los colores.
Otra vez la infinidad se apropió de los momentos.
Así, suavemente, cada pieza formó la obra.
Esa invaluable y única obra.
Así, volvió su "noche estrellada".

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